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Resumen del bar restaurante Burgos
autor: Un pequeño cliente

Si la memoria no me engaña, alrededor de 1950 se llevo a cabo una reforma en el Bar Burgos, que estaba situado en el nº 8 de la antigua calle General Mola, hoy Paco Martínez Soria que años antes lo llevaban los padres del actual Miguel Burgos, y que Miguel con el ánimo de un chaval joven y el apoyo de sus hermanas Alicia e Hilaria, reformó y montó lo que todos de mi edad hemos conocido como r4estaurante Burgos. Todos los que vivimos esta etapa comprendida entre los años 50 hasta los 95 aproximadamente valoramos la labor de trabajo de esta familia que en mutua colaboración levantaron y llevaron este negocio que tanto prestigio dio a Tarazona.

Se ha hablado mucho del régimen autoritario que Miguel imponía y a veces presumía y que llevaba a cabo detrás de su mostrador, que tantas horas pasaba, sirviendo y conversando con sus clientes.

Sabido era que su comportamiento en este establecimiento tenía que ser de sumisión y acatarlas normas, de lo contrario, tenias que tomarte el aperitivo en otro lugar, sin importarle mucho ó nada al propietario, pues él se mofaba, de que no estaba allí por dinero, sino porque le gustaba su trabajo y alternar con los amigos.

También es verdad que en aquellos años, no había camionero que pasara por la zona, que no parara a lo del Burgos a comer, pues su cocina llevaba fama en toda la comarca y provincias limítrofes.

Tenía una cocina selecta, tanto en sus especialidades de pinchos, callos, oreja rebozada, etc como en sus menús de comedor y su famoso horno.

Todo esto se encargaba de llevarlo a cabo Alicia la hermana de Miguel, que sus 50 años en la cocina con una dedicación plena a su trabajo, todo lo que tocaba lo hacía apetitoso a los paladares más exigentes, sin ningún tipo de cursillos y con mucho tesón y cariño hacía su trabajo, poco homenajeado pero muy valorado por los muchos comensales, que por allí pasaban, pues era la mejor cocinera en aquellos tiempos de toda la comarca.

El comedor que se hallaba en el interior del establecimiento lo llevaba y servía Hilaria la otra hermana de Miguel, la cual efectuaba muy bien su trabajo derrochando simpatía.

De Miguel entre otra cosas, podemos valorar su franqueza y el dominio de su trabajo, nunca te metía gato por liebre (como se suele decir) tenía una bodega debajo de la casa, que hacía de almacén, con bebidas de solera antiquísimas. En la cual recuerdo ver descargar pellejos de vinos de aquellos tiempos. Nunca faltaban grandes cantidades de botellas de coñac, anís, vermut menos de whisky, pues no se conocía mucho esta bebida.

Como anécdotas de Miguel infinidad puedo contar algunas que he podido presenciar, No le gustaba dar muchas explicaciones, sobre lo que tenia o dejaba de tener, si lo que le pedias que te pusiera no tenia, te decía que no hay sin más.

Yo presencie un caso más, que un señor le pidió un Kas de naranja y en su ir y venir por el mostrador como acostumbraba le dijo “ No Hay”. El señor impaciente le volvía a pedir y Miguel le contestaba lo mismo, hasta que el señor le preguntaba ¿pues qué hay? Y Miguel le decía Mirinda, me da igual pónmela que tengo sed, y Miguel se suelta todo el recital de que usted me ha pedido kas y como yo no tengo yo no sé si usted quería otra cosa, bla bla  …bla

Cuando un cliente le pedía una copa de coñac de una marca en concreto, si tenia se la serbia y si no disponía de esa marca se lo decía al cliente, Si alguien en su opinión no estaba de acuerdo con lo que había pedido; Miguel no le cobraba una perra se salía del mostrador limpiándose las manos en el delantal blanco que acostumbraba a llevar, le abría la puerta de la calle y le invitaba a salir del bar aconsejándole que no volviera  más por allí.

Otro método usado Por Miguel era, el orden de llegada al establecimiento, el controlaba el turno y por mucho que te empeñaras en pedir una consumición no te atendía hasta que no te tocara el turno, sino querías recibir una monumental bronca en tu empeño, exponiéndote entre otras cosas a que con un gesto te indicara donde estaba la puerta; por lo que tenias que estar atento a tu turno que no se te pasara, o estar apoyado en el mostrador con el codo dándole la espalda, pues te enchufaba el sifón para avisarte y demostrarte que ese gesto era de mala educación.

Sus vermuts eran famosos, pues a su especialidad de pinchos acompañados de Martini ó cinzano le acompañaba con unas gotas de picadilli, que, te ponía a tono y salías mas contento que unas castañuelas.

En la pared al lado izquierdo de la puerta de salida regia un cuadro que se leía

FILOSOFIA NEGRA “PARA QUE CORRER SI EL TRABAJO NUNCA SE ACABA”

Miguel lo cumplía bien, pues decía que él no estaba allí por dinero sino porque le gustaba aquello, tampoco admitía alborotos, ni canciones fuera de tono.

En sus pocos ratos libres, le gustaba salir a tomar el aire al campo, y a su vuelta venia con una rama de tomillo ó romero, que tenia colgada detrás del mostrador, hasta que era sustituida por otra más reciente.

Cuando se trataba de cerrar el bar, a veces a horas poco comunes, le daba igual que hubiera alguna personalidad ó autoridad de alto cargo, pues él consideraba que estaba en sus dominios con pleno derecho a hacer lo que él quisiera.

De algo estaba muy convencido y era que nadie intentara meterle prisa en su trabajo, pues la reacción era inmediata, y le caía la bronca y la correspondiente invitación  a buscar otro establecimiento que le sirviera antes.

Él tenia seleccionada su clientela que, cada vez era más escasa, pues sus continuos desplantes no eran del agrado de nadie.

Miguel se jubilo y cerro el establecimiento llevándose tras de sí 50 años de servicio al frente del restaurante de más solera de muchos kilómetros alrededor, con el orgullo de haber dado servicio y atención al cliente como él mejor consideraba y entendía.

El restaurante Burgos fue todo un mito en el mundo de la hostelería en Tarazona todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerlo no lo olvidaremos en nuestra vida.

Un pequeño cliente